lunes, 28 de noviembre de 2011

Pesca en Miami

PESCA EN MIAMI

La ciudad de Miami es bien conocida por sus playas, sus zonas de ocio nocturno, y el glamour de sus fiestas y restaurantes, a menudo frecuentadas por cantantes y famosos, además de ser un centro financiero y empresarial de primer orden. Al sur de la ciudad, se encuentran los Cayos, un lugar de peregrinación para la pesca de picudos, wahoos, dorados y tiburones, entre otros. Lo que no es tan sabido es que desde la propia ciudad de Miami, a 15 minutos del puerto, se puede encontrar una oferta parecida, con la comodidad de salir directamente desde el corazón de la ciudad. Todo un lujo del que se puede disfrutar con  la compañía Miami Charter Boat – Masita Charters, al frente de la cual está  el Capitán Carlos Méndez, un extraordinario y acreditado pescador nacido en Puerto Rico, que viene practicando este deporte profesionalmente desde 1981. Carlos es, además de un excelente Capitán y guía de pesca, asiduo  participante en concursos internacionales, formando parte de  equipos punteros.


El Primer Día

Quedamos con Carlos,  a las 7 de la mañana en la Bayside  Marketplace Marina, justo frente al downtown Miami, a menos de 10 minutos del Hotel.  El día prometía calor y sol, con una brisa que a aquellas horas resultaba incluso fresca pero que al mediodía seguro resultaría muy agradable. El final del muelle, nos encontramos con Carlos y su ayudante Avery, listos para salir a bordo del Masita III, un barco de 51 pies, perfectamente equipado. El plan era pesca de Pez Vela , utilizando la técnica de kite fishing (pesca con cometa), una fórmula que yo todavía no había probado, y que el equipo del Masita III demostró que  domina a la perfección. Me acompañan Victor y Antonio, dos compañeros de trabajo para quienes hoy será su primera experiencia en pesca.

Salimos de la Marina en dirección al océano, acompañados de una pequeña manada de delfines, parando en primer lugar a buscar del cebo necesario para la jornada. A la salida de la bahía nos dirigimos rápidamente hacia una de las boyas que señalan el canal de entrada del puerto, y mientras Carlos mantiene el barco aproado al mar a 3 metros de la boya, nosotros nos dedicamos a capturar las piezas necesarias para pasar la mañana. El mecanismo es bien sencillo: caña ligera con hilo fino y un bajo de línea en formato “metralleta de plumas” con anzuelos pequeños, y un plomo de 30 grs al final. Lanzar cerca de la boya, dejar caer un par de metros, y balancear lentamente las cañas  para que las plumas oscilen en el agua. Suave, suave, un kabura en superficie. A cada lanzada, una o dos piezas , por lo que a los pocos minutos tenemos ya el vivero lleno , listo para ir a por el pez vela.  Guardamos cañas y nos dirigimos al pesquero, situado para mi sorpresa a tan sólo un par de millas de la entrada del puerto de Miami, en el veril de los 35-40 mts, justo donde la corriente del golfo cambia el color del mar (del azul verdoso al oscuro) indicando agua fresca y rica en nutrientes.

Empezamos con Kite fishing

Al llegar, el Capitán sitúa el barco aproado mientras Avery suelta las cometas, una por cada banda a unos 50 mts de la popa, empleando sendos carretes eléctricos con los que resulta sencillo controlarlas. La función de la cometa es abarcar una mayor distancia de pesca, y mantener el cebo alejado del barco y sus ruidos, para así no asustar el Vela.  Cada cometa lleva tres líneas de 20 lbs fijadas con pinzas, y cuyas cañas respectivas se colocan en una cónsola  6 cañeros, situada en medio de la bañera,  desde la que se dirige todo el proceso. Al final de cada línea, un cebo vivo. Empieza la pesca. La técnica es sencilla: hay que tratar en todo momento de que los peces estén en el agua, nadando cerca de la superficie. El Capitán mantiene el barco aproado, compensando los movimientos del mar, y los pescadores entre tanto vamos largando/recogiendo línea de cada una de las cañas para asegurar que los cebos se mantienen en su posición; cuando carga la racha, la cometa se eleva y puede sacar el cebo del agua, por lo que es necesario largar línea; cuando afloja el viento, la cometa baja y hay que recoger línea para que el cebo se mantenga en un nivel adecuado  y no profundice demasiado. Es una técnica entretenida,  que requiere un buen trabajo en equipo; Captain Carlos, desde el fly, nos avisa de posibles incidencias, y nosotros nos repartimos las cañas: larga, recoge, larga de nuevo, la primera de babor,….

A los quince minutos de empezar, salta la primera línea: una carrera corta, un combate suave, y un black tuna de unos 5 Kg nos sirve de calentamiento. Al poco rato, otra más y un Dorado, y así hasta 4 en menos de una hora. Empezamos bien, no nos vamos a aburrir.

A media mañana, una de las líneas salta y se lleva más línea de lo habitual, anunciándonos una pieza mayor. El combate se alarga, cansando a Víctor, que ve como cada vez que el pez se acerca al barco, vuelve a emprender otra carrera hacia el fondo, recuperando buena parte de lo que se había ganado; el calor aprieta, y el esfuerzo empieza a hacer mella en el pescador que ve cómo después de media hora larga de combate, sigue sin ver qué hay al otro lado. Finalmente, un último esfuerzo y un precioso Amberjack de 30 Kg es embarcado para júbilo de todos. No suele ser una pieza habitual en este tipo de pesca.

Pasamos la siguiente hora  con cuatro nuevas picadas, esta vez de kingfish, que nos ayudan a pasar la mañana, mientras seguimos practicando la técnica a la espera de la pieza deseada: el Pez Vela. Y éste llega, finalmente, al punto del mediodía. Salta la línea de babor más lejana y Avery grita de inmediato “Sailfish”! Voy a la caña y empiezo a recoger mientras Captain Carlos, como siempre mirando a popa desde el fly, me grita que vaya más rápido. Momentos de tensión y adrenalina, mientras doy vueltas a la manivela del carrete tan rápido como puedo.  Al poco tiempo, la línea deja de estar tensa, pero Carlos sigue gritando “recoge, recoge rápido ¡!!” Para mi sorpresa (e ignorancia) el Vela ha cambiado de dirección y ha adelantado al barco, situándose a un centenar de metros a la amura de babor, donde se le ve saltar. Sigo recogiendo hasta recuperar la tensión de la línea, e iniciamos un combate que durará unos 20 minutos, al final de los cuales una hembra de Sailfish se alinea con nuestro barco, agotada. Desanzuelamos al animal, hacemos la foto de rigor y la devolvemos al agua, previa recuperación. Mi primer Vela! La alegría del momento es máxima, y juntos lo celebramos con una buena cerveza helada. Es tiempo de volver a puerto.

El segundo día

El siguiente día, amanece despejado, pero sin viento. Nos volvemos a encontrar en el muelle a las 7:00, esta vez acompañado de mi amigo Miquel. Hoy tendremos a  Johnny como tripulante, un muchacho de Miami, pescador desde chico. Repetimos el proceso  de captura de cebo, y decidimos probar de pescar en superficie, sin los kites por falta de viento.  Pasamos 45 minutos, sin éxito, y el Captain Carlos propone cambiar de técnica y probar a fondo,  buscando los arrecifes situados una milla más al sur. Aunque no era nuestro objetivo, hay que adaptarse a las circunstancias del entorno, por lo que aceptamos la propuesta: lo más importante es pescar y pasar una buena mañana practicando nuestro deporte favorito. AL llegar al spot, lanzamos dos cañas con hilo trenzado de 50 lbs y un bajo de nylon de la misma resistencia. Al final de la línea, un plomo de 200 grs, y el bajo  al que clavaremos el cebo vivo, como siempre. Tan sólo unos minutos después tenemos la primera picada, no demasiado vibrante: un pequeño tiburón que es devuelto al agua. Cambiamos de arrecife, y nos situamos en el veril de los 40 mts, allí donde la sonda nos indica actividad. A los pocos minutos de lanzar,…, picada!  la caña se dobla y empezamos a recoger, bombeando para compensar la presión del animal que promete ser más grande, por la fuerza que hace. El carrete suelta hilo y hace sonar la carraca, música celestial.  Unas pocas carreras más tarde, subimos a bordo un precioso Amberjack de 25 Kgs.  La experiencia se repite cuatro veces más en poco rato, repartiéndonos las piezas entre Miquel y yo, que empezamos a tener los brazos doloridos. Poco después cae un precioso Pargo Rojo Americano , que genera entusiasmo entre la tripulación por lo raro de su captura, y la picada de un Serrucho, que tras un primer tirón impresionante,  termina rompiendo la línea. A eso del mediodía, la actividad cesa, el mar permanece plano como una balsa de aceite, y cansados ya decidimos volver a puerto: la jornada había sido un éxito, gracias a la capacidad de improvisación de Carlos, que una vez más de demostró un gran capitán.

En poco más de 15 minutos, estamos atracando. Es la una, tenemos tiempo de darnos una buena ducha, y a las 5 de la tarde coger el avión de regreso a Barcelona, con el buen sabor de boca de unas magníficas jornadas de pesca en Miami, una ciudad donde hemos podido combinar el trabajo con nuestro deporte favorito. Otro día volveremos, pero iremos a por el pez espada por la noche, aprovechando el jet lag !

No hay comentarios:

Publicar un comentario